viernes, 4 de diciembre de 2015

DELEITANDOME

 
 
 
 
  
 
Primero me gusta pasar mi mano sobre su piel, siempre húmeda, a veces viscosa como si hubiera salivado por todo su cuerpo.
 
Mirándo su ojos ya vidriosos pero que todavía guardan el miedo al final, su último aliento, introduzco una hoja bien afilada en sus entrañas y voy marcando una línea recta hacia su garganta.
Despacio, con suavidad, siento como voy cortando la carne.
 
Es entonces cuando mi mano penetra en su interior y arranco con fuerza sus tripas, los entresijos que un día le hicieron vivir.
 
Lavo con rapidez mi cuchillo y remojo mis manos para borrar cualquier resquicio de matanza en mi.
 
Vuelvo a mi tarea, despacio, moviéndo con sumo cuidado la cuchilla para liberar la piel de su carne, por todo su cuerpo..., así, de un lado a otro rasgando su identidad.
 
Es acabando cuando lo enjuago con minuciosidad, que no vea ninguna hebra de hilo sanguinolento. Que esté tan puro que cuando mastique un trozo de su carne sienta el placer de comerme la vida.
 
Algunas veces extraigo sus ojos, mis dedos juegan en su boca mientras agarro el globo ocular y lo saco con fuerza. Luego con un machete parto su cabeza en dos.
 
Acabo mi trabajo...
 
La Señora Pepa ha tenido suerte, le he limpiado la mejor pieza del mercado.
Tendrá un buen salmón para su cena de Nochebuena.

Sidrina

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario